martes, 16 de octubre de 2001

Crónicas complutenses

Salute Garivaldi!

Pa' que manyen y rejunen postamente que el esquinazo del asnaf no me hace ni mella en el parlamento canero y que sigo parolando con el chamuyo reo, rante y canfinflero del mistongo fauburg orillero, les acomodo en el marote, a través de los mirantes, esta crónica atorrante sobre los fatos y chanchuyos que nos pasaron en el güiquén.

El belín empezó el jueves, cuando, como peludo de regalo, nos cayó de balurdo un cusifai que junamos del jotraba, un bolastraca, un chichipío, un gil a la gurda, un pastenaca que la va de vivillo, que se vino a vacacionar una setimana por estos güines. De movida me morfé el garrón de tener que ir a rejuntarlo al aerotopuer, y tras cartón se me instaló muellamaente en el bulín a apoliyar a pata suelta y a enyantarse todo el morfi que se le ponga a tiro a costillas del chabón, sin aportar un gomán para parar la olla, como si el tovén lo garcaran los ropes. El viernes lo sacamos a variar un rato por el trocén y a la cheno lo llevamos a buyonear a un fondín peruca, donde morfamos de bute. Al final, cuando el garsón nos propinó la dolorosa, según su fama de hijo de 'quedate quieto' y la zaina 'no te muevas', nos tocó garpiñar a noialtri.

El sábado a la matina el froilán se embarcó para Barcelona, por lo que pasamos un día flor. A la sera no fuimos con Lucho al milongón que se arma en la glorieta del parque del oeste, ya que nos tuvimos que piantar del Retiro porque hay unos cosos que van a practicar otro baile y siempre nos madrugan. La pasamos fenómeno morfando factura y chupando mate al ritmo de un gotán.

El domingo pianté de la catrera más temprano que punguista de madrugada porque me tenía que pasar por el consulado por el fato este de la elección. De ahí me volví al derpa y nos fuimos con Lucho a hacer un viajecito a Alcalá de Henares en el tren del finado Cervantes. Era un tren de lo más mishio, como cualquier otro, pero con unos tipos empilchados como en el tiempo de ñaupa que iban todo el tiempo animando a la gilada con obritas de teatro y repartiendo torta a troche y moche, lo que nos vino debutamente para calmar el ragú que ya nos picaba en la bodega. Una vez allá nos pasearon como bola sin manija por un fangote de lugares como la tan mentada universidad, donde reparten los miopres cervantes a los que escriben brolis, la iglesia de San Gregorio y la saca de Cervantes, que parece que el quía tenía bulines por todos lados. Éste era una especie de yotivenco de lo más mishetón, con los pisos de ladrillo y minga de puerta cancel. Después de tanto yirar y yirar y ragunear toda la matina, nos dejaron ir a morfar a un restorán fetén fetén, donde lastramos a cuatro manoplas y nos regamos en proporción. Para la tarde nos habían batido que se podía ir a las ruinas de la antigua ciudad romana de Complutum, pero tal era la tranca que teníamos que a gatas llegamos caminando hasta la estación. En el viaje de vuelta sortearon un broli de Cervantes y se lo ganó una jovata que de fija no llega a terminarlo antes de que el Ñato le mande la citación.

A la cheno cuando llegamos, nos empilchamos a lo bacán y recalamos en el bailongo de los domingos, donde dimos así por finalizado un fin de semana for y flor.

Bueno, que les vaya Benítez y les garúe Finochieto,

Diego.